RAINFOR, un grupo de investigadores de 13 países, que estaba monitorizando la salud a la selva amazónica en períodos de tiempo amplios, ha llegado a un descubrimiento sorprendente:

La severa sequía del 2005 en esta zona (la peor en 40 años) no sólo ha hecho disminuir la absorción de dióxido de carbono de la atmósfera, sino que incluso determinadas zonas más afectadas han llegado a ser emisoras netas de CO2, o sea, emiten más en la respiración que lo que fijan en la fotosíntesis.
Así pues, ni siquiera las selvas amazónicas pueden ser consideradas como la salvación segura contra los gases de efecto invernadero, conclusión a la que han llegado estos investigadores y que apareció publicada ayer en la revista Science.

Este equipo, RAINFOR, lleva ya 25 años haciendo estudios y mediciones en 44 zonas diferentes en la región de la Amazonia, y mismo así Encontramos la amazonia sorprendentemente sensible a la sequía, y el evento del 2005 fue lo suficientemente fuerte como para que el bosque pasase de ser una fuente de absorción de CO2 a largo plazo a ser un emisor temporal de CO2, como indica Oliver Phillips, ecologista de la Universidad de Leeds y autor principal del estudio.
Como la previsión climática para este siglo es de mayores sequías en estas zonas del planeta, la pérdida de bosques tropicales debe ser encarada como una nueva razón para el rápido aumento de los niveles de CO2.

De todos modos, Ronald Neilson, bioclimatólogo del Servicio de Bosques del Departamento de Agricultura en Corvallis, Oregón, dice que si bien El estudio demuestra que la sequía puede tener un impacto muy significativo en el saldo de carbono del planeta, por otro lado en las épocas de sequía existe una clara disminución de días nublados, lo que conlleva un aumento de luz solar que puede fomentar el crecimiento de las plantas incluso en climas más secos.
Así pues, tenemos un motivo más para intentar evitar el aumento de emisiones por el hombre, pero aún no perdemos las esperanzas.
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